Retrato de Nación
Dejamos algo nuestro en las calles de la ciudad siempre que transitamos por ellas. Un poco de lo que vamos pensando se impregna en la tierra que pisamos al caminar; otro poco queda en la baranda donde apoyamos la mano o en el muro donde descansamos el cuerpo para tomar un respiro.
Con el tiempo, se antropomorfizan de esta forma un pedazo de calle, un barrio, un país entero... Emerge ante nosotros una especie de prosopopeya, en la que los objetos inanimados relatan lo que sucede a las personas. Aunque estas hagan silencio, agobiadas, a veces amenazadas; su entorno grita, reclama.
Deja de crecer el cesped cuando se acumula encima la basura. Los postes se doblan y dejan de indicar una salida. En calles abandonadas y edificaciones derruidas, las señales comienzan a transformar su mensaje en otro muy diferente, a veces su contrario. Así, la ciudad se expresa como reflejo de su gente. Lo que no se dice con palabras se dice a través de imágenes.
Es posible retratar muchos rostros en un rincón vacío, pues cada objeto dice quién lo tocó, quien anduvo cerca, y la Isla se convierte de tal manera en una semblanza de los cubanos que la transitan.
Estas fotografías, tomadas en La Habana a lo largo del año 2024, se integran en el siguiente fotorreportaje para construir un retrato de la nación desde la visión de su autor.