Cuba en los BRICS: un fracaso anticipado

Mientras Cuba se hunde aceleradamente en una crisis terminal, las autoridades gubernamentales insisten una y otra vez en buscar cobijo en cualquier país, institución o bloque que le permita conservar un sistema causante de tanta debacle, ajeno a la naturaleza humana. Uno de los más recientes intentos es el ingreso al BRICS, un foro político, económico y comercial creado en 2008 e integrado por Brasil, Rusia, India y China, al que se unió Sudáfrica en 2010.

El mismo cuenta con más del 40% de la población mundial, un territorio de casi 38,5 millones km² y enormes recursos naturales, y se ha erigido como alternativa al G7, las siete economías más grandes del mundo que dominan el comercio mundial y el sistema financiero internacional (Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania, Italia y Japón).

Con el objetivo de aumentar su rol en la economía y la política mundiales, la XVI Cumbre del BRICS —celebrada el pasado mes de octubre en Kazán, Rusia—, admitió cinco nuevos miembros plenos: Arabia Saudí, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán, y trece asociados: Argelia, Bielorrusia, Bolivia, Cuba, Indonesia, Kazakistán, Malasia, Nigeria, Tailandia, Turquía, Uganda, Uzbekistán y Vietnam. Ninguno califica como una verdadera democracia, pero todos, gracias a la economía de mercado, exhiben crecimientos sostenidos; a diferencia de Cuba, sumida en una crisis estructural sin solución. En la XV Cumbre de los BRICS, que sesionara el pasado año en Johannesburgo, el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, había solicitado el ingreso de la Isla al bloque. En 2024, previo al inicio de la XVI Cumbre, reiteró la solicitud, porque, según dijo: «se siente en un ambiente muy favorable».

China e India, proveedores globales de tecnología y servicios, difieren en cuanto a la intención del primero de ampliar su influencia en Asia. En tanto Brasil y Rusia, surtidores de materiales y alimentos, tienen objetivos estratégicos diferentes. El reciente ingreso de dieciocho nuevos miembros (cinco plenos y trece asociados), añadirá mayor complejidad al gran bloque, pero se explica por los propósitos geopolíticos de Rusia, a la que le interesa aumentar la membrecía del BRICS para amortiguar el aislamiento internacional sufrido por su agresión a Ucrania, agravado por el hecho de que es miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, cuya principal función es velar por la paz mundial.

Tal propósito coincide con la necesidad de apoyo económico del régimen cubano. Solo esa coincidencia explicaría la admisión de Cuba, que apenas puede ofrecer profesionales en condiciones de esclavitud moderna, y ni siquiera como en etapas anteriores, pues el éxodo de fuerza laboral altamente calificada en los últimos años ha afectado su disponibilidad. Esa inocultable realidad la puso en evidencia el canciller cubano, Bruno Rodríguez, quien al no tener ni azúcar para el intercambio comercial, ofreció la Isla para facilitar el acceso del bloque a mercados importantes de América Latina y el Caribe y para establecer asociaciones, lo que es de interés tanto para China como para Rusia.

La propuesta confirma la decisión del gobierno cubano de continuar parasitando sin cambiar, como podemos observar en los siguientes ejemplos:

1) A partir de 1960, la ayuda multimillonaria recibida del Kremlin fue malgastada en improvisados «Planes Especiales», que arruinaron las producciones de azúcar, ganado y café, por solo citar tres renglones productivos.

2) Los países miembros de la Unión Europea que sostuvieron relaciones bilaterales favorables a  Cuba se vieron obligados a asumir una posición común en 1996, en respuesta al derribo de cuatro avionetas de Hermanos al Rescate y a la represión contra la concertación opositora Concilio Cubano, que pretendía alentar un proceso de transición a la democracia, respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales. 

En 2014, en respuesta a la liberación de presos políticos, la UE estableció un Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación; sin embargo, debido a las reiteradas violaciones de derechos humanos, el Parlamento Europeo condenó al Gobierno de la Isla en su «Informe Anual sobre Derechos Humanos y Democracia en el Mundo», y reiteró la condena en julio de 2023.

3) El proyecto Zona Especial de Desarrollo Mariel, por su ubicación geográfica a la entrada del Golfo de México, vía marítima por la que circula alrededor del sesenta por ciento del valor del comercio internacional, pudo convertirse en un factor dinamizador de la economía insular; no obstante, la realización de esa posibilidad, si bien pasa por la solución del diferendo con Estados Unidos, en primer lugar deberá pasar por la solución del diferendo entre el gobierno y la ciudadanía cubana, cuya salida consiste en la devolución de las libertades suprimidas para que los cubanos participen, como sujetos políticos, en los destinos de la nación.

Durante décadas, asociaciones de la sociedad civil independiente, de diversas tendencias políticas e ideológicas, han presentado ideas y proyectos con ese fin; en todos los casos la respuesta gubernamental ha sido el  acoso, detención, expulsión de centros laborales y de estudios, las deportaciones, y el fusilamiento moral de los que se han atrevido a pensar y actuar diferente.

4) El presidente Barack Obama dictó seis paquetes de modificaciones que flexibilizaron las medidas restrictivas contenidas en la Ley Helms-Burton, y emitió una Directiva Presidencial para hacer irreversible esa nueva política, cuyo fundamento era no exigir como premisa la democratización de Cuba; a pesar de ello, el gobierno cubano no introdujo ningún cambio efectivo al interior del país. El resultado de la negativa a cambiar ha sido el incalculable deterioro material y espiritual de Cuba.  

Actualmente se requieren decenas de miles de millones de dólares para restablecer el sistema energético, el transporte, los viales, la vivienda, los servicios de agua, la producción agropecuaria e industrial, y la recuperación de los servicios de salud y enseñanza; sin embargo, Rusia y China, los países del BRICS con mayor posibilidad económica, no están en condiciones de sustituir las subvenciones soviéticas y venezolanas, lo cual indica el fracaso anticipado de pretender utilizar el BRICS para continuar parasitando.

Sencillamente se trata de un sistema fallido, que el propio Fidel Castro, en respuesta a una pregunta del periodista Jeffrey Goldberg para The Atlantic Montly, en 2016, respondió: «El modelo cubano ni siquiera funciona para nosotros».

Salvar a Cuba no depende del BRICS ni de ningún otro bloque. La solución radica en la introducción de profundos cambios políticos y económicos, capaces de detener el galopante retroceso material y espiritual causado por la implantación del totalitarismo, mediante el cual una oligarquía se ha apropiado de instituciones clave y ha puesto al país a su servicio exclusivo. Es un proceso que comenzó con la estatización de la propiedad, tomó fuerza con el desmontaje de la sociedad civil, la desaparición de las libertades y del ciudadano, y se coronó con el monopolio sobre la enseñanza y la cultura.

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Foto: Shutterstock.

Dimas Castellanos

Licenciado en Ciencias Políticas y en Estudios Bíblicos y Teológicos. Periodista independiente.

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